Molina de Segura   |   Murcia   |   España

31 de marzo de 2012
Distancia: 16,5 km 

Blanca volvió a ser el escenario de una jornada épica para SUNSET RUNNERS. Con motivo de un cross, siete representantes del club se desplazaron hasta esta bonita y entrañable localidad: Manuel Chicano, José Carlos Mayor, Alejandro Falgas, Óscar Hernández, Hermes Zomeño, Juan Antonio Pujante y el debutante Raúl Ortega.

Varias dudas se planteaban antes de la prueba. La principal giraba en torno a la dureza del recorrido; atravesando parajes naturales, se intuía que habría importantes subidas, pero ningún Sunset conocía con exactitud a qué se iban a enfrentar. Otro problema añadido era el calor, ya que un soleado día de primavera se combinaba con una prueba que se iniciaría a las 16:30.

Aunque los Sunset Runners tenían ciertos recelos sobre lo complicado que resultaría el cross, ninguno llegaba a imaginar lo que les esperaba.

En la línea de salida, Manuel Chicano y Raúl se colocaron en la parte delantera, José Carlos se posicionó en la mitad del pelotón, mientras que Alejandro, Óscar, Hermes y Juan Antonio partieron entre los últimos corredores.

Los compases iniciales transcurrieron junto al río Segura, siguiendo el mismo trazado la carrera urbana de 10 kilómetros -donde debutó oficialmente SUNSET RUNNERS en 2009-. En esa zona, Chicano y Raúl marchaban en cabeza; Alejandro aceleró en busca de José Carlos; atrás quedaron Óscar, Hermes y Juan Antonio, formando un trío que permanecería unido la mayor parte de la aventura.

Esa triple alianza quedó patente rápidamente. Antes del primer kilómetro, Juan Antonio sufrió un pinchazo en el gemelo derecho y decidió estirar aprovechando un bordillo. A pesar de que pidió a sus compañeros que continuasen la marcha, Hermes y Óscar no sólo lo esperaron, sino que incluso corrieron algunos metros hacia atrás para ir a buscarlo. Cuando los tres se pusieron de nuevo en marcha, sólo estaban acompañados por el coche-escoba.

El primer aviso de lo que sería el recorrido llegó antes de lo previsto: a los 1.200 metros de carrera, los participantes encontraron una rampa de 300 metros con un desnivel superior 10% y culminada con media docena de escalones de hormigón. Tras ese muro, el cross se acercó de nuevo al río.

En esa zona junto al embalse, antes de cumplir el cuarto kilómetro, se encontraba el primer puesto de avituallamiento. El calor, cada vez más intenso, hizo que los corredores recordasen mucho tiempo ese momento, ya que tardarían unos ocho kilómetros en volver a ver de cerca el agua.

Justo después se abrió la puerta de entrada a un particular infierno. A través de un camino de tierra, se afrontaban cuatro kilómetros de subida constante, sin apenas descanso. Con un desnivel medio superior al 5%, el recorrido ascendía por la ladera de la montaña expuesta al sol.

Y el sol pegaba como si le hubiésemos hecho algo, como si estuviese cabreado por haberle interrumpido su siesta.

Por delante, Chicano tenía dificultades para seguir a Raúl y se desenganchó de la estela del debutante Sunset. José Carlos, acusando su inactividad tras dos semanas de parón, ralentizó su ritmo progresivamente ante la dureza de las rampas, de manera que Alejandro se quedó solo en la ascensión. El terceto trasero subía agrupado: Hermes y Óscar -que aceleraba y deceleraba según el perfil de la ruta- tiraban del grupo, mientras que Juan Antonio avanzaba con pequeños pasitos intentando ahorrar fuerzas.

La crisis de José Carlos se agudizaba en este tramo; no tardó en ser alcanzado y sobrepasado por el trío Sunset. Así, se vio abocado a afrontar un suplicio de doce kilómetros en solitario y sin agua.

Del mismo modo que el recorrido continuaba ascendiendo, el calor seguía apretando. En un espectacular marco natural, los Sunset Runners conquistaban las montañas de Blanca como intrépidos montaraces.

Hacia la mitad de recorrido, se coronaba el punto más alto del cross. Allí se iniciaba un cómodo y rápido descenso -siempre por el camino de tierra-, que servía para recuperar aire (porque el castigo del calor y la ausencia de agua eran problemas sin solución en ese momento). En cabeza, Raúl volaba a una media de 3'45”/km; Chicano también descendía rozando los 4'00”/km; Alejandro consiguió marcar un ritmo de 4'30” en la parte más favorable; Óscar, Hermes y Juan Antonio, que parecía más recuperado, hicieron varios kilómetros en torno a 5'00”/km; algo más retrasado, José Carlos lograba superar sus momentos más críticos y regulaba fuerzas de cara a la parte final.

Tras el veloz descenso, un buen samaritano arrojaba agua con una manguera desde su casa y espectadores generosos ofrecían botellas a los corredores. El punto de avituallamiento de la organización apareció casi un kilómetro después, tras atravesar un escarpado sendero salpicado con pedruscos, peligroso hasta para aquellas cabras que no sean demasiado hábiles.

El asfalto se divisaba a lo lejos, pero era un espejismo. Hacia el kilómetro 12, el cross reservaba su golpe de gracia. Una rampa vertical, difícil de subir incluso andando, daba paso a tres kilómetros abruptos y accidentados en los que se sucedían subidas y bajadas tan explosivas como violentas. Era la puntilla: un terreno rompepiernas para unos corredores que ya venían destrozados.

Raúl superaba este tramo con notable soltura: no sólo lideraba la representación Sunset, sino que competía con los mejores de la prueba. Chicano mantenía la distancia con Raúl y abría hueco con Alejandro que, castigado por el nuevo cambio de la orografía se veía forzado a pasar de 4'30”/km a 6'00”/km en las partes más exigentes. El terceto Sunset, unido hasta entonces, comenzó a fracturarse. Juan Antonio, incapaz de imponer un ritmo constante, tenía cada vez mayores problemas para engancharse a los dos compañeros Sunset.

Tras más de 14 kilómetros juntos, Óscar y Hermes se marcharon por delante y Juan Antonio se quedó en compañía del sol inclemente que, a esas alturas de carrera, era el único que seguía con fuerzas.

José Carlos, a pesar del tiempo perdido con el resto de Sunset Runners, intentaba rehacerse y ganar su particular batalla contra el calor, el recorrido y, sobre todo, contra sí mismo.

Los 1.500 metros finales recuperaban el asfalto y conducían por las principales calles de Blanca a la línea de meta. Raúl Ortega firmaba un espectacular estreno, siendo el primer Sunset en completar la prueba con un ritmo en torno a 4'30/km y batiendo el record de la distancia. Unos minutos después llegaba Manuel Chicano, con una excelente media de 4'45”/km, mientras que Alejandro Falgas fue el siguiente en alcanzar la meta.

A continuación, llegó Óscar que en su primera experiencia en una carrera de tanta distancia acabó con fuerzas suficientes para apretar en la parte final y recuperar posiciones. Hermes, que en la víspera del cross había “competido” hasta la madrugada en la siempre exigente noche murciana, cruzó la meta unos segundos después. Juan Antonio, atascado y sofocado, apareció con algo más de un minuto de retraso.

En un impresionante tour de force, José Carlos demostró su tesón y capacidad de superación al acabar la prueba a pocos minutos de sus compañeros. A pesar de la crisis de los kilómetros iniciales, cerró su participación con un encomiable ritmo medio de 5'47”/km.

Concluida la prueba, el sol seguía pegando con rabia, pero ya importaba menos. Los Sunset Runners ya disfrutaban de una sombra reconfortante sombra: tenían refrescos en la mano y, sobre todo, otra hazaña a sus espaldas.



Sunset Runners
Tiempo
Raúl Ortega Gambín
             1h 14' 29”  5º global
Manuel Chicano Gómez
1h 18' 46”
Alejandro Falgas Robles
1h 26' 23”
Óscar Hernández Fernández
1h 30' 05”
Hermes Zomeño Zambudio
1h 30' 44”
Juan Antonio Pujante Meseguer
1h 32' 04”
José Carlos Mayor Sánchez
1h 36' 04”


> Clasificación general. Ver.
> Detalles de la carrera (datos de Alejandro Falgas). Ver.
> Galería de fotos. Ver.